domingo, 10 de enero de 2010

Las Marsellesas

La Marsellesa es aquí el himno del Partido Aprista, y se llama así porque tomó la melodía del Himno Nacional francés, denominado de la misma manera pero con otra letra. La creó el dirigente obrero Arturo Sabroso Montoya y se estrenó oficialmente en Talara el 12 de julio de 1931.

Fue el mismo día en que desembarcó el joven político creador del aprismo con el fin de iniciar su campaña por la Presidencia de la República, y así consta en "Crónica de una vida sin tregua" de Luis Alberto Sánchez.

Regresaba Haya de la Torre del destierro y, sin duda, al escuchar este himno, lo aprobó a causa de su contagiosa melodía y también por su letra que inspiraba rebeldía. Se propagaría rápidamente y, entre muchas ocasiones, fue entonada en la fundación del Frente Aprista Juvenil (FAJ) en 1934. Indudablemente fue la canción ganadora del concurso que se había convocado mediante la revista "Apra"en 1931. El mismo Sánchez, en su biografía de José Santos Chocano, revela que éste pretendió, en 1934, destronar a la Marsellesa con una composición propia. Pero la idea no avanzó, y Chocano no encontró apoyo, pues la Marsellesa ya se había impuesto.

Pero retrocedamos unos veinte años desde la aparición de la Marsellesa aprista, para tomar nota de lo que cuenta Jorge Basadre en su Historia de la República (XVI, 141), sobre un canción compuesta por el intelectual obrero José Benigno Ugarte a la cual tituló "Marsellesa Revolucionaria" y de la cual han quedado escasos ecos. Ugarte era anarquista y cantó a los obreros valses, zarzuelas y sinfonías. Dirigía el Centro Musical Obrero, lugar donde lo conoció Arturo Sabroso. Ambos casos nos revelan el alto nivel de la clase trabajadora en aquel tiempo

La Marsellesa Francesa

Es el himno nacional francés y fue compuesto en 1792 por el oficial de Ingenieros Rouget de Lisle en honor del victorioso Ejército del Rin.

Resumamos aquel período de la Historia de Francia. Desde el estallido de la revolución francesa, este país luchó durante diez años consecutivos, 1792-1802, conta las principales potencias de Europa.

En 1789, al principio de la revolución, nada permitía prever guerra entre Francia y los Estados vecinos, pero en 1792 se desató un conflicto con Austria y Prusia. Al comienzo, los ejércitos franceses, debilitados por la emigración de sus oficiales, sufrían descalabros. Los austriacos invadieron Francia por el norte y los prusianos por el este.

Los prusianos, después de haber tomado Verdún, marcharon sobre París. Se encontraban ya en camino cuando el ejército francés, comandado por el general Dumoriez, se estableció sobre las alturas de Valmy, amenazando cortar sus comunicaciones. El rey de Prusia decidió atacar después de un largo cañoneo. La infantería prusiana avanzó para tomar el molino de Valmy que estaba defendido por Kellermann y su tropa francesa integrada por voluntarios, muchos de ellos veían el fuego por primera vez. Las filas vacilaban ya cuando Kellermann, por su sangre fría, fortaleció los ánimos y restableció el orden. Galopó por delante de sus fuerzas exhortando a los soldados a esperar al enemigo a pie firme. Después, colocando su sombrero en la punta de su espada y levantándolo en alto, lanzó el grito "Viva la Nación". El ejército entero, en un arranque de entusiasmo, repitió la acción y el grito en general. Sorprendida la infantería prusiana, hizo alto a algunos centenares de metros y después retrocedió, entrando en sus líneas sin continuar el combate.

Al día siguiente de Valmy, los ejércitos franceses tomaron por todas partes la ofensiva y consiguieron la victoria. Los voluntarios franceses triunfantes marchaban al combate cantando la Marsellesa, himno guerrero que acababa de componer para ellos el joven Rouget de Lisle.

Cuando este himno fue entonado pro primera vez, recibió el nombre de Canto de Guerra del Ejército del Rin. Luego esta canción patriótica fue adoptada como símbolo por un Batallón de Marsella, el que lo difundió en París. De allí su nombre; La Marsellesa, y luego, con el tiempo, se convirtió en el Himno Nacional de Francia.

Por Juan José Vega
Extraído del diario El Comercio del 14/07/02